Cerro Monje

Descubrí que San Javier es Fe, Leyenda y Tradición.

Se alza envuelto en naturaleza, fe, leyenda, historia y tradición, como una piedra de jade que refleja diferentes tonos de verdes que la flora de la selva regala, y a la distancia como un marco final el azulado Río Uruguay, conformando una vista majestuosa que desde su cima te invita a descubrir las maravillas de San Javier.

Ubicado a 7 kilómetros de la zona centro de San Javier, a orillas del Río Uruguay y en cercanías de Brasil, el Cerro Monje, recibe a feligreses durante todo el año y a su vez es el principal lugar de peregrinación en Semana Santa en la provincia de Misiones.

En la cima se encuentra una capilla de ladrillo blanqueado dispuesta a recibir a los creyentes feligreses. Desde su frente se observa un paisaje imponente que despliega a su margen, la vegetación de dos países hermanados, Argentina y Brasil. El Cerro Monje dispone además, de varias postas para la realización del Vía Crucis, sector que cobra importancia en Semana Santa.
Asimismo, su extensa vegetación propicia un lugar de encuentro con la familia y amigos para acampar y disfrutar de todas las instalaciones totalmente renovadas.

En Semana Santa, miles de peregrinos de toda la provincia y países limítrofes acuden al tradicional Via Crucis del cerro, para "pagar promesas" y beber el agua milagrosa que surge de una fuente natural. Quienes vienen aquí lo hacen en pos de alguna esperanza, un pedido especial o como agradecimiento. Algunos promeseros con vestimentas típicas, conformando un espectáculo de colores, plegarias y mitos, llevadas con velas encendidas y cantos cerro arriba, lo cual sumado a la selva y el río, dan una nota pocas veces vista, de misticismo, creencias y fe.

Cerro Monje

Leyendas del Cerro Monje

La tradición oral fue captada por algunos que redactaron el suceso, y según las fuentes se conocen distintas versiones que tienen un eje común.

  • Una de las historias narra
    Una de las historias narra

    Una de las historias narra

    En 1567, un buque Italiano naufragó en el río de la Plata y pereció toda su tripulación excepto el capitán, quien había hecho una promesa de penitencia y oración por treinta años si se salvaba. Más tarde remontó el río Uruguay en una chalupa. AI llegar a este cerro, apoyó su bastón en una piedra y de ella brotó agua. Lo tomó como una señal para permanecer allí, y se quedó para siempre, dedicándose a la penitencia y a la evangelización de los lugareños.

    En la modesta capilla que construyó para sí guardaba imágenes sagradas, entre las cuales había una de Nuestra Señora del Huerto. En el sitio donde brotaba agua plantó una cruz. Así vivió el capitán hasta su desaparición. Hoy, en el camino entre la cruz y la ermita, hay un Vía Crucis construido con mayólica y piedras del lugar.

  • Otra leyenda cuenta
    Otra leyenda cuenta

    Otra leyenda cuenta

    Hace siglos peregrinaba por el mundo un gran pecador buscando una señal de Dios que le indicara que sus pecados habían sido perdonados. Después de mucho deambular y de haber andado Uruguay arriba, naufragó con su barca frente a San Javier .

    Así llegó hasta el cerro, verdadero peñasco sin vegetación salvo escasas gramíneas, el cual escaló. Ya en la cima, y cansado, se apoyó en el cayado que llevaba; en ese punto surgió un manantial de agua pura. Viendo en ello la señal divina que esperaba, comenzó una vida austera, de sacrificios y ayuda al prójimo desde aquel lugar que adoptó como morada.

    El suceso se conoció en los alrededores, guaranies, portugueses y españoles llegaban de todas partes, a hacerse curar por aquel penitente, que con sus manos y el agua del manantial sanaba todos los males.

    Un día desapareció como había llegado; nadie supo de donde vino ni tampoco a donde fue. Pero el agua siguió emanando de la fuente. Y es dicho, que todo aquel que esté exento de pecados y que pide un favor especial encuentra agua en la fuente, pero aquellos que están en falta no la encuentran, debiendo reincidir en sus peregrinaciones hasta haber saldado sus deudas con Dios. Entonces, se les otorga la petición.

    La gente del pueblo explica que el agua de la peña del Cerro Monje son milagrosas y tiene extraños efectos curativos, tal como en los tiempos del penitente.

  • La leyenda desde la Mirada de un escritor e historiador.
    La leyenda desde la Mirada de un escritor e historiador.

    La leyenda desde la Mirada de un escritor e historiador.

    Hoy extraemos algunos relatos sobre religiosidad, esa creencia popular que data desde tiempos inmemoriales. El escritor Salvador Lentini Fraga se refería así desde el papel al Cerro Monje y de un monje que, se cree, habitó en las “primerías del 1700”. “Cerro Monje, leyenda o realidad”, tituló una de sus notas el historiador, periodista, literato y poeta. Allí da cuenta de una mezcla de leyenda, tradición e historia. Lo cierto es que con renovado fervor se venera en la Semana Santa a un santo que vivió en la zona del río Uruguay, en las inmediaciones de San Javier. Lentini acotaba que el agrimensor Queirel, decía sobre el Cerro Monje: “el paisaje más bello que he visto en mi vida". Era la impresión de un conocedor de Misiones, que visitó estas zonas en 1875.

    El habitante misterioso En su nota, el historiador explicaba que el motivo porque se encuentra esa heterogénea y creyente multitud “escapa al análisis severo de la investigación". Se refería a la multitud de peregrinos que se congregaba y asiste al sitio hasta hoy, en cada Semana Santa. Venían en sus comienzos los brasileros que hablaban portuñol (castellano -brasilero), como de otros sitios aledaños al cerro. “Pero el hecho veraz está al alcance de cualquiera si quiere el día de mañana llegarse hasta allí. Un buen camino para su acceso, exactamente hasta la cúspide, camino que fue construido por el vecindario”, aconsejaba el periodista.

    “La leyenda (o realidad) de la llegada del monje a ese cerro, es cautivante. Se remonta a más de un siglo atrás y ocurrió así. Parece ser que el monje provenía de Italia y recorría el mundo en penitencia. Otras versiones lo dan por expulsado de alguna congregación, orden o monasterio”.

    Lo cierto es que parece haber llegado procedente del Brasil y acompañado de muchos hermanos en su largo peregrinar.

    Bien sabido es que en nuestro vecino país, los santones o peregrinos tuvieron en un momento dado mucha influencia y muchos catecúmenos.

    Todos los datos (que son muchos) concuerdan en que alguna vez sobrepasó el río Uruguay y escaló el abrupto cerro. “En la cúspide, una planicie desde donde se domina un maravilloso paisaje con serranías que descienden y el río en su culebreante discurrir, los valles en su verdor infinito, y el cielo azul donde las blancas nubes como mansas ovejas discurren suavemente en esa cúspide cuando la piedra es dueña y sola recubierta de una tenue gramilla, apoyó su cayado y surgió entonces un chorro de cristalina agua”.

    "Señal era de que el Altísimo habría perdonado sus pecados y quería que se quedara en ese lugar. Ahora se encuentra en esa cúspide y en plena roca, un pequeño hoyo, que según la creencia es el que produjo el monje. Anteriormente se erigían capillas de madera en su cúspide e imágenes sagradas, las capillas de madera ardían con facilidad y con ellas las imágenes, a las que se atribuían cualidades milagrosas y curativas”.

    En los relatos del escritor, se indicaba que “se adoraba especialmente al Señor de los Desiertos, pero su imagen que según se dice la había traído también el mismo monje, desapareció luego de su ausencia y fue a parar al Brasil, trasportada por personas de allende el río en la creencia de que allí continuaría haciendo milagros”. En la cúspide del Cerro Monje, a seiscientos metros de altura sobre el nivel del mar, “la devoción popular por el extraño personaje que habitó ese lugar, erigió una capilla y la correspondiente cruz, donde todos los años se rinde un férvido homenaje en Semana Santa, especialmente el Viernes Santo, al Señor de los Desiertos, cuya imagen, que fue robada alguna vez, sigue impresionando el alma de más de cinco mil personas que se congregan en el impresionante lugar, cumpliendo promesas”.

    Según narradores, dice Lentini, “en el paisaje del Cerro Monje se encuentra ahora un cielo extraordinariamente azul, cúmulos de nubes blancas que parecen pintadas sobre un fondo de raso. La vegetación en distintas gradaciones del verde, oscureciéndose hasta superar el oscuro y llegar despúes al azulino y luego de azul en la lejanía que confunde la línea zigzagueante de la sierra con el horizonte y allá abajo, otro cielo azul, pero viajero sinuoso, y es el río Uruguay y también con sus nubecillas blancas al crisparse sus aguas en los saltos y remolinos del Cumandaí, la esplendorosa restinga o ‘corredera’. Allí se realiza nuevamente el maravillo espectáculo que asombrara al narrador del siglo pasaado”. Fue, entre tantas, una de las narraciones del poeta Lentini.

  • Una mirada desde primer sacerdote Verbita
    Una mirada desde primer sacerdote Verbita

    Una mirada desde primer sacerdote Verbita

    La versión conocida a través del padre Federico Vogtque, primer sacerdote Verbita que llega a Misiones dice allá por los años 1850 a 1865 "vivió aquí un italiano que había sido capitán de un barco. El fue el único sobreviviente de un naufragio en el río Uruguay. Durante catorce días anduvo errante. Hizo la promesa, si se salvaba, de vivir unos años como ermitaño. Eligió el cerro cerca de San Javier. Ayudó a la gente, consolando y sanando sus dolencias. Cumplida la promesa, que duró catorce años, desapareció en una canoa, río abajo. El rancho donde vivió el ermitaño fue transformado en 1875 en una pequeña capilla. Allí hay una vertiente permanente; los promeseros llevan de esta agua a la que le atribuyen poderes milagrosos. Cerca de la vertiente hay un ombú, cuyos enormes raigones forman una cueva. En ella habitaban un puma y una serpiente, que compartían amistosamente con el monje”, cuenta la historia popular.

  • El relato según un brasileño
    El relato según un brasileño

    El relato según un brasileño

    João Pedro Cay, escribió en 1861: “A alguna distancia hacia el norte de San Javier, se halla un gran cerro, llamado Cerro del Monje, donde se refugió a fines de 1852 un célebre monje italiano. Este, según el relato, plantó una cruz y levantó una capilla donde se veneraba al Señor de los Desiertos. La imagen había sido traída del Brasil, de la Reducción de San Luis. Desaparecido el monje, la imagen habría sido repatriada con la esperanza de que siga haciendo milagros. Los vecinos acudían al Cerro especialmente en Semana Santa."

  • Testimonio de un agrimensor francés
    Testimonio de un agrimensor francés

    Testimonio de un agrimensor francés

    Pedro Croharé, oriundo de Lourdes, estuvo en Misiones entre los años 1891 a 1895, realizando las mensuras de San José, Apóstoles, San Javier e Itacaruaré, terminando en el Alto Paraná. En sus escritos comenta que un domingo visitó el Cerro Monje. Habla de la capilla, el altar y dos santos “sobrecargados de cintas y puntillas cubiertos de mitras de metal blanco…”. Los santos son llamados “los divinos” y el Cerro Monje es un lugar de peregrinaje a la manera de un pequeño Lourdes. Como no hay iglesias en los alrededores, al Cerro Monje van a consolar las conciencias afligidas y cada peregrino trae a “los divinos” una ofrenda. Un paquete de velas, un bastón de cera, tabaco en cuerda, cigarros, porotos, un queso. Se encuentran de todas esas cosas alrededor del altar. Una vieja trajo un gallo vivo y una mujer previsora agrega veinte kilos de maíz, para que el gallo tenga buenos días de abundancia. Pero aquí como en otros lugares, a pesar de que la gente sea inocente y profundamente creyente, hay chistosos que comen los quesos, fuman los cigarros y se asan el pollo ofrecido en el altar”. Luego el agrimensor menciona el origen: “Antaño vivía allí un ermitaño quien por su estadía santificó ese lugar y desde entonces las vertientes adonde él bebía producen milagros. De la cima del cerro que fue desboscado, tenemos una vista magnífica sobre el Brasil cuyas sierras son como inmensas olasde un mar que se inmovilizó sobre el Río Uruguay… En este día hay pocos peregrinos; 8 ó 10 mujeres y 5 ó 6 varones, entre ellos un viejo alemán de cabellos largos que recita en latín, en nombre de todos, las letanías de la Virgen…”.

  • El relato de Juan Queirel, en “Misiones” 1897
    El relato de Juan Queirel, en “Misiones” 1897

    El relato de Juan Queirel, en “Misiones” 1897

    Además de la línea común de la leyenda, sobresale la influencia que tiene en la gente el agua de Cerro Monje: tomarla o bañarse en la cascada. Algunos, curados de sus males, se quedan en la zona, dedicándose a trabajos de campo. Queirel menciona que con unos amigos, en canoa, llegaron hasta el cerro durante una Semana Santa. Había unas 500 personas; se escuchaban conversaciones en español, guaraní o portugués. Este escritor disiente de otros redactores, afirmando que el monje continuó su peregrinación por el Brasil, mientras otros afirman que desapareció en dirección a Italia. “La Hermandad” que cuida el lugar, ha renovado la capilla de 30 metros cuadrados, en el sitio original. Habla del piso, baldosas octogonales, provenientes de la iglesia en la Reducción de San Francisco Javier. Arden muchas velas de fabricación casera. Algunos juntan restos de los cirios, que así como el agua, guardan celosamente y le atribuyen propiedades curativas. El Viernes Santo Queirel menciona “la carpida a mano”. Apenas clareaba, todos los de cinco años para arriba se dedican a arrancar a mano todo yuyo que aparezca, ritual de penitencia que cumplen más de 300 promeseros. Limpio el lugar seguía luego la procesión a la cascada…"

De la leyenda e historia de ayer, a la realidad de hoy
La primera comisión del Cerro Monje fue creada por la Municipalidad de San Javier en 1898. Se sucedieron unas tras otra, con esfuerzo y sacrificio hasta que en 1982 se gestionó la entrega del predio, donado por sus tres dueños, a la Diócesis de Posadas. Muchos sacerdotes colaboraron a lo largo de la historia, hasta que se hizo el traspaso legal de las tierras al Obispado. Y de alli en adelante dependió de la Parroquia de San Javier. (Puebla, números 454, 456 y 449).

Oración a Nuestro Señor del Cerro Monje

Nuestro Señor del Cerro Monje,
que estás en lo alto del Cielo,
elevo mis pensamientos hacia ti
para pedir la paz universal,
la salud de todos los enfermos,
la unión de los hogares,
la lluvia para los campos
y el trabajo para quienes lo han perdido.
Nuestro Señor del Cerro Monje,
cuida mi cuerpo y mi alma,
protege mi hogar y mi familia,
líbrame de todo mal pensamiento
envidia y maldad.
Nuestro Señor del Cerro del Monje,
cúbreme de resignación y conformidad
para las duras pruebas de la vida.
Nuestro Señor del Cerro Monje,
dame fuerza material y espiritual
para luchar y vencer todos los obstáculos
que encontraré por el camino de la salvación.
Amén.


Fuentes